ANIVERSARIO DEL NAUFRAGIO DE LA BALANDRA FRANCESA “LA SOCIETÉ DE SAINT MALO”
El día 23 de septiembre
de 1822 naufragó en la costa de la parroquia corcubionesa de San Pedro de
Redonda una embarcación de pabellón francés que se llamaba “La Societé de Saint
Malo”. En esos primeros días de otoño reinaba en la zona un fuerte temporal que
complicaba la navegación y aún más el fondeo de las embarcaciones que buscaban
refugio, como era el caso de la mencionada balandra que venía sufriendo los
rigores de sucesivos temporales desde su salida a finales de julio del puerto
de Málaga. A continuación vamos a hacer un repaso del viaje que la llevó a varar
y luego naufragar en la ría de Corcubión.
La balandra “La Societe
de Saint Malo”, era una embarcación a vela de un solo palo, desplazaba unas 20
toneladas y pertenecía a la matrícula Saint Malo, en la Bretaña francesa. Su
armador era un vecino de Dinard que respondía al nombre de Mr. Moran. Al mando
del buque en el momento de su naufragio se encontraba el capitán Mr. Pierre
Gilbert, vecino de Saint Maló. Formaban parte de la tripulación, Robert Letelier, marinero mayor de 20 años, y Joaquín
Clotur, muchacho de 14 años. Asimismo figuraba embarcado como capitán de expedición (hombre de
confianza designado por el armador para
gestionar la mercancía) Mr. Scoulant.
A mediados del mes de
julio la embarcación se encontraba surta en el puerto de Málaga, donde fue
fletada por el cónsul de Francia en dicho puerto Mr. Miranson para llevar un
cargamento de vino, aceite y otros géneros al puerto de Rouen, donde serían
entregados a su comprador Mr. Lima.
El día 25 de julio tras
haber finalizado las tareas de estiba de la carga y estando el buque listo para
emprender la navegación, el capitán dio a la vela aprovechando la brisa floja
del norte, manteniéndose en esta situación hasta el día 26 en que cambió al
oeste sudoeste empeorando las condiciones meteorológicas que se mantuvieron
hasta el día 28 y que no les permitieron separarse de la costa de Málaga hasta
el día 15 de agosto. El día 16 el viento roló a sudoeste y comenzaron a navegar
en demanda del estrecho de Gibraltar que rebasaron el día 20, continuando en
esta situación hasta el día 22 en que el viento cambió a Noroeste y Nor-noroeste
muy fuerte, que le obligó a tomar rizos en las velas y mantenerse a la capa. El
día 28 se vieron en la necesidad de reparar la vela mayor, que había sufrido
desgarros ocasionados por el fuerte viento. Se mantuvo con el mismo cariz hasta
el día 1 de septiembre en que perdió un poco de intensidad y continuaron navegando
a la capa hasta el día 7, en que se levantó una brisa bonancible del Nor-noroeste
con marejada, que aprovecharon para izar la vela mayor que habían reparado. Sin
embargo, el día 12 se levantó una fuerte ventolera que le causo de nuevo avería
en las velas, dejándolas inservibles cuando se encontraban a la altura de
Lisboa, donde intentaron entrar para refugiarse, sin conseguirlo. Al no poder
gobernar el barco decidieron continuar viaje usando únicamente el foque, por
entonces el viento había rolado a Sur y la mar iba en aumento, que se mantuvo
durante su tránsito por la costa portuguesa y gallega. A duras penas y a merced
del mar y el viento, el día 23 de septiembre, aproximadamente a eso de las tres
y media de la mañana, se encontraban cerca del Cabo Finisterre, descubriendo
una ribera blanca que les pareció una playa, a cuyas proximidades consiguieron
llegar. Al carecer de gobierno decidieron dar fondo, pero debido a la resaca
fueron empujados sobre unas piedras quedando la embarcación varada sobre ellas,
y expuesta a los embates del mar que finalmente acabaron destrozándola. La
playa en donde encostaron era el pequeño arenal de La
Mariña, en la parroquia de San Pedro de Redonda, consiguiendo saltar a tierra
toda la tripulación salvo el capitán de expedición Scoulant que no corrió la
misma suerte y despareció en las revueltas aguas, días después apareció en la misma
playa de A Mariña su cadáver.
Por su partida de
defunción, transcrita por el entonces párroco de San Pedro de Redonda, sabemos
que su cuerpo apareció a los 5 días del naufragio y que a pesar de manifestar
el capitán de la embarcación, el señor Gilbert, que el difunto profesaba la
religión Católica Apostólica y Romana, no
fue enterrado en sagrado, sino que se sepultó en la misma playa donde fue
encontrado.
En el mes de octubre
del mismo año, los vecinos de Fisterra Josef Rodríguez, Ramón de Rivas, Josef
Marcote, Juan Lorenzo y Josef Lorenzo, capitán y marineros del quechemarín “San Antonio y Animas”, de la matrícula
de la misma villa, fueron encausados por el Capitán del Puerto de Corcubión por
el robo de diversos efectos del naufragio. El material supuestamente sustraído
consistía en dos anclas, dos anclotes y diversos utensilios de la maniobra de la
balandra. Sin embargo, los encausados manifestaron que solo habían recuperado
un ancla, y que la habían trasladado a Finisterre esperando a que abonanzase un
poco el tiempo, para entonces llevarla a Corcubión y entregarla al Capitán de
Puerto. No sabemos cual fue el resultado del proceso, pero en todo caso, para
poder seguir navegando y al mismo tiempo responder de las posibles consecuencias
de sus actos, tuvieron que presentar oportuna fianza.
En el día en que se
cumple el 200 cumpleaños del naufragio de esta embarcación, sirva este artículo,
para recordar una vez más las difíciles condiciones con las que tenían que
lidiar los marinos en aquellos tiempos en los que la vida no valía nada, estaba
en manos del azar, la codicia de los hombres o el furor de la naturaleza. Y
recuerden, si pasean por la playa de la Mariña de Redonda y encuentran unos restos
cuya procedencia podría ser humana ya saben a quién pueden corresponder.
En Corcubión y Esteiro 23
septiembre de 2022
Aquiles Garea Moledo y
Santiago Llovo Taboada
Fuentes: Archivo
Histórico Universitario Santiago de Compostela. Protocolos Notariales Distrito
de Corcubión. Notario Fernando Nicolás Fernández.
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